Archivos diarios: 26 de octubre de 2012

La Marcha de Las Zorras

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Slut Walk London. Porque ya hemos tenido suficiente.

Parece que le público sigue sin entender que la Slut Walk no somos un grupo de feministas cachondas andando por las calles de la ciudad en sujetador y con eslóganes del tipo «Es mi cuerpo y hago lo que quiero con él». No señor, es mucho más que eso. No seré yo la que diga que en estas fechas las mujeres de la mayoría de países desarrollados tenemos el control de nuestra sexualidad y que podemos hacer lo que queramos con nuestro cuerpo sin que se nos juzgue por ello, pero sí que es cierto que no tenemos que afrontar condenas penales por nuestros actos sexuales.

«Las supervivientes ya han pasado suficiente»

 

Pero la Slut Walk, o la Marcha de las Zorras no tiene nada que ver con esto. La Slut Walk reivindica el derecho de ser sin ser juzgada ni castigada. Veamos ¡¡dentro perspectiva histórica!! La Slut Walk nace en Toronto en 2011, cuando después d eun juicio por violación en comandante jefe de policía de Toronto, también conocido como Michael Sanguinetti, sugiere en la televisión nacional que por su propia seguridad, las mujeres deberían evitar vestirse como unas zorras (se podría ir de copas -o de putas- con Jose-Manuel-Castelao-las-leyes-son-como-las-mujeres, que en Iberia no tenemos el monopolio de la bazofia). De ahí el atuendo de las manifestantes en eventos posteriores y de ahí la recurrencia de eslogans como «mi vestido no es una invitación». Parece evidente ¿a que sí? Pues no lo es. Un estudio de la OMS sobre la salud de la mujer y la violencia doméstica contra la mujer, se observó que en las mujeres de 15 a 49 años:

 

 

 

 

  • entre un 15% en Japón y un 70% en Etiopía y Perú referían haber sufrido violencia física o sexual perpetrada por su pareja;
  • entre un 0,3% y un 11,5% referían haber sufrido violencia sexual perpetrada por alguien que no era su pareja;
  • muchas mujeres refirieron que su primera experiencia sexual había sido forzada (24% en el Perú rural, 28% en Tanzanía, 30% en el Bangladesh rural, y 40% en Sudáfrica).

Y ahora decimos: Nooo… pero es España estamos mucho mejor. Vale, miremos los datos del Ministerio de Interior, que evidentemente van a estar maquillados, pero menos da una piedra:

Los últimos datos a los que he podido acceder son los del 2007, con un total de denuncias por violación  de 6.845 anuales, sin incluir Girona, Lleida ni el País Vasco. Lógicamente son los valores de las denuncias presentadas ante los cuerpos de seguridad del estado, la estimación es que sólo una de cada diez violaciones se denuncia. O sea, 68.450 violaciones en 2007 en un país de 47.190.493 habitantes. No está nada mal y todo eso en un año, oiga.

Soy una persona, no un sandwich.

Cuando era adolescente, asaltaron a una conocida… bueno asaltaron a varias. Pero en una ocasión se fue a juicio y la defensa pidió que constase como atenuante la vestimenta de la víctima y se le concedió. Por cierto yo, con cinco años menos y dos tallas más de sujetador cualquier sábado vestía más zorrón que ella.

La mayoría de abusos sexuales (en mujeres adultas) vienen de la pareja, o se auto-culpan por haberse expuesto a una situación arriesgada. Pero el problema nunca debería ser ese; vivimos en una cultura que enseña qué hacer (o qué no hacer) para que no nos violen, pero no educa para no violar. Este es el problema principal, que por muy borracha que esté, muy corta que sea mi falda y muy en tu casa que me meta… no sigue significando no. Exactamente igual que sí significa sí.

La mayoría de denuncias por violación no se investigan. La política policial es muy propensa a archivar casos y no molestarse por investigar. En cuanto tienen la menor sospecha de que entraste a su casa por tu propio pie, a que habías estado flirteando con anterioridad, que habías tenido relaciones antes, que eres de cascos ligeros (o como decía una exporfesora mía «es de poca moral» -¿perdona? poca moral de cuál de la tuya o de la mía? Porque la mía dice que si pesa más que un pollo…-), que habías bebido…por no entrar en si eres inmigrante, negra o puta… en todo caso, entonces no eres una señorita decente y lo que te pasa es porque te lo has buscado. Es decir, se protege el patriarcado y la figura tradicional de la madre, esposa e hija. Y la zorra no existe. Ya toca sacar a la zorra del armario, y hacerlo con orgullo.

 

No nos digáis cómo vestir. Decidles a los hombres que no nos violen.

Dejo un par de testimonios del Slut Walk London para ver si tomamos un poquito de conciencia de que las zorras también tenemos derecho a decir que no.

«Marcho porque mi cuerpo es mío y puedo ponerme lo que quiera.  Marcho por las chicas que viven en relaciones abusivas y que nunca lo denunciarán ni lo llamarán violación. Marcho porque mi padre hace años que no me habla porque soy una «puta» y una «esclava del sexo». Marcho por todos los ignorantes que nos culpan a las mujeres por las acciones crueles de los hombres. Ya nos echamos la culpa nosotras solas, de todas formas. Nos juzgamos, reprobamos y nos herimos a nosotras mismas. Marcho porque la vicedirectora me dijo que «no empezase algo que no pudiese acabar» (…) Marcho porque no lo cambiaron de clase, me cambiaron a mí, reforzando la idea de que era yo quién tenía la culpa y que era una mentirosa. Marcho por todas las mujeres cuyos casos se dejan debajo de la alfombra gracias a personas que están en posiciones de poder, que se supone que nos deberían de ayudar»

«Quiero marchar porque me han seguido unos hombres por la calle insistiendo en que lo que necesito es un buen pollazo. Marcho porque mis padres me dicen que si visto como una zorra, lo estoy pidiendo a gritos. Quiero marchar porque creo que soy la única persona que tiene derecho sobre mi cuerpo. Quiero marchar porque tengo amigos que restauran mi fe en el género masculino, pero que no entienden que tengo que pensar en la violación de forma diaria. Quiero marchar contra cada tipo que piensa que agarrarle el culo a las chicas a la salida del club es de algún modo, aceptable. Quiero marchar por las víctimas masculinas que sufren en silencio. Quiero marchar por cada vez que me ha aterrorizado la idea de que me violasen. Quiero marchar porque estoy contenta de no haber tenido una experiencia peor que las que he tenido. Quiero marchar por si algún día la tengo.»  nos herimos nosotras solas. Marcho porque la subdirectora de mi colegio católico me dijo que «no empezase lo que no podía acabar» (…) Marcho porque a él no le cambiaron de clase, me cambiaron a mí, aunque fuese más inteligente que él, reforzando la idea en los otros de que era culpa mía y de que soy una mentirosa.»

«Porque a mis 57 años estoy espantada de que no haya cambiado nada en 40 años en lo que concierne a la voluntad de nuestra sociedad para proteger a las mujeres de agresiones sexuales. Desde los 15 hasta los 17 años estaba con un novio que me obligaba a tener sexo con él y me humillaba llamándome zorra. Me sentía incapaz de hacer nada porque yo había tenído relaciones consentidas con él con anterioridad y supongo que creía que eso convertía en una zorra. A lo largo de los años he oído muchas historias de mujeres sobre sus experiencias de violaciones y asaltos sexuales. Oir estas historias me ha ayudado a darme cuenta de que no estoy sola en esto. También me ha enfurecido que haya una minoría de hombres depredadores que se esten saliendo con la suya, abusando de mujeres, porque nuestra sociedad sigue anclada en sus complejos sobre el sexo y en particular sobre la sexualidad femenina. También me preocupa que de las historias que he oído de otras mujeres, ni una sola lo haya denunciado a la policía. Iré a la manifestación para mostrar mi apoyo a estas mujeres jóvenes, bellas y valientes que han organizado el evento y que tienen el valor de hablar de esto. Lo hago por la persona que era a los 17 años, porque no pude hacerlo entonces.»